Con motivo de la conmemoración del Día del Profesor y la Profesora, el Director Ejecutivo de nuestro Centro +Comunidad, Jorge Ulloa, fue invitado al programa Diálogo de Canal 9 Biobío TV, a compartir su visión acerca de la actual situación educativa del país y la vocación en la formación docente. Te invitamos a revisar lo que conversó con Monseñor Fernando Chomalí, conductor del espacio.
Para iniciar, quisiera consultarle ¿Cómo llegó a decidir estudiar pedagogía?
Yo soy tomecino de corazón, allí estudié mi educación básica y media pero además tuve el honor de volver a ser profesor en el liceo donde estudié. Debo decir que en educación básica, mi profesor José Camaño Carrasco y en educación media mis profesores de historia, Orlando Díaz y Saiden Espinoza, marcaron mi elección vocacional por la pedagogía, ellos son mis grandes referentes, yo los llamo mis ídolos, en ellos vi una tremenda vocación y la entrega que tenían por la pedagogía era digna de imitar, extraordinaria, siempre lo he reflexionado y he sentido esa influencia en mí. De esa manera me inicié en los estudios de pedagogía en historia y geografía en la Universidad de Concepción.
Hay una brecha en el ámbito educacional abismante y que se nota, entre otras cosas, en los puntajes Simce y PSU, a qué cree que se debe eso y cómo se puedes revertir?
Yo siempre digo que si un enfermo marca en el termómetro 39° o 40° grados, el problema no es el termómetro. Aquí el problema en sí mismo no es el Simce ni los puntajes, lo que sabemos es que los resultados del Simce no son otra cosa que el reflejo de la estratificación social que tenemos hoy día en Chile, somos un sistema altamente segmentado socialmente por lo tanto lo que hace esta medición es decir: “a los de abajo les va más o menos, a los de al medio un poco mejor y a los de arriba les va bien”. El Simce lo único que demuestra es un problema mayor que tenemos en la sociedad chilena, quedan muy pocas instituciones de educación superior donde hay integración social, donde los ricos y los pobres se pueden encontrar para estudiar juntos sin mayores problemas, pero en el sistema escolar, esa segmentación es mucho más brutal, incluso es geográfica, como muestran los estudios, ese es el problema de fondo. Hay un segundo tema que es importante, que es un tema metodológico, el Simce tiene un supuesto de que todos han sido expuestos al mismo curriculum y es la razón de que la prueba sea la misma, pero eso no es así, la evidencia muestra que las oportunidades de aprendizaje para los estudiantes son disímiles, por tanto, no podemos tener una prueba común para todos. En sectores pobres es tremendamente difícil enseñar y probablemente la prueba no mide esa condición y ese problema metodológico, según mi punto de vista, se tiene que replantear con motivo de las mediciones. Yo soy partidario de que existan mediciones para temas de políticas públicas pero no para ranquear a los colegios ni para decir que este colegio es de mejor o menor calidad, porque la evidencia muestra que cuando despejamos la variable socioeconómica, no hay mayores diferencias en términos de calidad.
A propósito de los cambios en el acceso a la información, a la tecnología y conocimientos, ¿cómo se imaginan ustedes un colegio de aquí a 20 años? En términos de materias, ¿cuáles elegirían?
Es una pregunta interesante, pero mi respuesta va a ir en una perspectiva distinta. Yo no elijo materias, yo elijo qué capacidades necesitamos desarrollar en los estudiantes para luego responder qué materias deberíamos aplicar. La evidencia muestra que, en este mundo de mucha incertidumbre, probablemente la pregunta básica que tiene que hacerse todo el sistema educacional hoy día es qué habilidades y capacidades necesitamos desarrollar en los estudiantes. Está el modelo de las 6E, las seis grandes habilidades que hoy día se creen son claves para el siglo 21, y en torno a eso organizar la escuela y la enseñanza, una escuela donde probablemente tengamos que abandonar estos segmentos disciplinarios para pensar más interdisciplinariamente. Hay unas experiencias interesantes en el mundo, en los países nórdicos, donde el curriculum lo están organizando, por ejemplo, en base a problemáticas. Doy este ejemplo, en Tomé se está discutiendo mucho sobre un nuevo vertedero, la gente no quiere tener un vertedero cerca de su casa, pero la pregunta base no es dónde ponemos el vertedero, la cuestión básica es qué hacemos con la basura. Entonces el problema de fondo es desde la escuela, desde la comunidad, cómo resolvemos y esa pregunta no se responde desde la historia, la geografía o la matemática, se responde interdisciplinariamente, porque involucra mirar integralmente un problema. Yo sueño una escuela en el futuro en el que estemos conectados con la comunidad, resolviendo problemas de la comunidad interdisciplinariamente con los niños, los papás y los profesores. Eso implica roles totalmente distintos a cómo los tenemos hoy día.
¿Ustedes creen que con lo que estamos viviendo hoy que estamos preparando a los niños y los jóvenes para 30 o 40 años más?
La pandemia nos enseñó que vivimos un tiempo más incierto de lo que pensábamos, no sabemos en cuánto tiempo más podemos tener otra, entonces cuando uno dice “queremos preparar a los niños para el futuro”, lo único que sabemos es que el futuro es incierto, entonces necesitamos preparar a los estudiantes para incertidumbres, para los cambios permanentes y rápidos, que seguramente es el mundo en el que les va a tocar vivir a la mayoría de nuestros jóvenes y niños. Desde ese punto de vista, estamos educando para un mundo estable, controlable, pero ese no es probablemente el mundo que les va a tocar vivir a ellos.
*Puedes revisar la entrevista completa, así como también, las opiniones de los otros invitados al programa, AQUÍ.
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